Habiendo cambiado el medidor de agua fría, decidí drenar el agua en el inodoro para revisar el medidor de agua. Al presionar el botón, escucho una exclamación:
-¡Cierra la tapa del inodoro! ¡De nada!- gritó la abuela, la dueña del apartamento, cuando tiré el agua.
- ¡Sí, claro que lo cerré! - Asustado, bajó el asiento y la tapa del inodoro.
¿Y cuál es la razón de tal deseo de cerrar la tapa del inodoro?- Yo le pregunte a ella.
-Hijo, trabajé como enfermera en el hospital regional en los 90. En la sala de enfermedades infecciosas. Allí siempre daban instrucciones a los pacientes recién ingresados sobre la cubierta obligatoria del hirviente flujo de heces y agua.- Explicó el pensionista.
-Bueno, ¿por qué debería hacerlo? Dime el resultado final y corrí a la siguiente aplicación. Traté de empujarla a contar una historia corta.
-En nuestro departamento había pacientes con enfermedades infecciosas, cuando van al baño en grandes cantidades, liberan "bacilos" al ambiente externo. Si se lavan con la tapa abierta, entonces una poderosa corriente de agua no solo lava el contenido, sino que también levanta una gran nube de gotas microscópicas, junto con microbios y bacterias. La tapa cerrada del inodoro evita que la masa de aire peligrosa salga del espacio confinado. - La abuela dirigió un programa educativo para mí.
-Por lo tanto, incluso en casa, reacciono bruscamente a una descarga incorrecta en el inodoro. ¡Y te aconsejo que no descuides tal acción! - No fue una mujer joven la que declaró.
Estimado lector, ¿cree que esta es otra historia de una persona mayor o vale la pena escucharla? Después de todo, hay una nota de sentido común en sus palabras.